Cuando decides hacerte la operación te da vergüenza compartirlo con los demás. Una cosa es contarlo a tus amigos, a tus familiares más cercanos, con los que tienes verdadera confianza. Y otra muy distinta, al menos para mi, es tener que contarlo a los demás.
No me apetecía nada ser el centro de comentarios, aunque sea por un rato, de mis compañeros de trabajo. Se que la gente, en el fondo, piensa que los obesos somos gente que no tenemos control de lo que comemos, que siguiendo una dieta podemos bajar de peso y parece que nos operamos por capricho, o por hacerlo más cómodamente. Eso no es así. Cuando decides dar el paso, lanzarte al vacío sin paracaídas, es porque hace mucho que estás sufriendo esta enfermedad. Estás cansado de hacer un régimen detrás de otro, de llorar porque vuelves a recuperar todo lo perdido y de llorar más todavía porque cuando has vuelto a subir todos los kilos que han costado sudor de bajar, sigues subiendo no sabes porque. El efecto yo-yo lo llaman.
Cuando una persona da el paso de operarse es porque ha probado todo. Por lo menos, es mi caso. Y ahora si que estoy segura de que mi cuerpo empezará a bajar peso, y que no lo voy a volver a recuperar. Se que no me voy a quedar superestupenda, se que mi piel cederá y se me quedarán unas bolsas que habrá que operar para adecuar a mi nuevo cuerpo. Que el camino será largo y difícil. Pero por lo menos, se que esta vez será la definitiva.
Tengo 40 años. Mi peso en el momento de entrar en la clínica era 153 kg. Nunca he dicho a nadie lo que peso, solamente a mi marido. Me muero de vergüenza de que la gente lo sepa. Por eso me he puesto "Milú", por si alguna vez alguien que conozco, por casualidad, lee este blog.
No me importa en absoluto desnudar mis kilos y contar mis regímenes fracasados ni mi ilusión por la operación a cualquier persona que esté en mi misma situación, porque se que me entiende perfectamente. La gente que tiene un normopeso y nunca ha estado en esta situación, aunque lo intente, no sabrá nunca lo que sentimos.
A partir de mi primera visita a la clínica empecé de nuevo a comer sano, ya que había decidido operarme no iba a malgastar el tiempo zampando a última hora. En el momento de empezar a tomar los batidos pesaba ya 149 kg. Y ahora, que llevo 13 días con los batidos peso 142,5 kg. No está mal eh? 11 kilos perdidos.
Espero perder algo más antes de la operación. Es un poco duro pasar el ida sin comer, y que todo lo que entre en la boca sea líquido y dulce. Solamente puedo tomar 3 sobres de Optifast al día, y entre toma y toma, me puedo hacer una infusión o un zumo sin azúcar añadido. Pero me he acostumbrado ya. A ratos me suenan las tripas, pero se resiste bien.
Estoy un poco nerviosa de pensar que la semana que viene tengo otra vez la gastroscopia. Pero bueno, hay que estar bien seguros antes de operar. También tengo una espirometría. Y visita con el cirujano y el anestesista. Semana completita!!!!